1/9/07

¡¡Phila mola!!

Hoy he hecho la primera excursión a la city. ¡Mucho mejor de lo que me esperaba! Vista desde mi barrio, la ciudad impone un poco, con los rascacielos, puentes, túneles... todo a lo mogollón. Hasta Gallardón lo haría un poco más ordenado. Cuando te acercas, la ciudad se ve así








Y cuando llegas, pues al primer rascacielos miras arriba y mola (sólo un poco).




Pero vas andando y te sientes en una especie de almacén de acero, cristal y hormigón. Las calles están destartaladas, entre los edificios hay callejones absurdos... Total, que a los cinco minutos te quieres ir. Yo iba bien equipado en mi papel de guiri-blogger-paleto y confiaba en que la lonely me sacaría del apuro.


Me he puesto a buscar un café para leerla, pero ni eso había. Y he seguido caminando. Y caminaaaando. Y caminaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaandoooooo. Debía llevar seis o siete horas, cuando al fin he visto una calle con un poco de sentido: tiendas, cafes, gente... Vamos, lo normal.
Y entonces se ha iluminado el cielo de Philadelphia. ¡¡Era la Old City!! Bueno, la verdad es que no estoy seguro, porque ya he pasado de la lonely y he ido a mi bola.

Pero antiguo era, lo juro. Claro, que en los términos de aquí, que igual son 200 o 300 años (algún día investigaré un poco y os ofreceré, queridos lectores, los datos de la ciudad que os debería haber puesto ya: población, breve historia...). Era un barrio enorme de casitas bajas de ladrillo, con callejones, terracitas....














Me he sentado en una terraza de la calle 11 a ver pasar a la gente (bastante guapa, por cierto). Mi perspicacia me ha hecho ver que muchos venían de más abajo cargados con bolsas. "¡Un mercadillo!", me he dicho. Y para allá que me he ido. No hay nada que me guste más que ver a miles de personas comprando y vendiendo cosas absurdas.

Pero no. No era un mercadillo. Era mejor. Era South Street, que viene a ser un mercadillo, un Mc Donalds, un zoco marroquí versión harlem y una zona de teatros todo junto. Aquí lo tenéis (sólo cuelgo dos o tres, porque sino os aburrís).




Me he puesto tan contento que he empezado a gastar. He recargado el móvil (¡¡¡por cierto!!!, que ya tengo móvil local, el 1.267.231.2593. Compañeros de El País, si es por trabajo, ruego que se abstengan), he comprado un colchón (el de mi habitación está matando mi espalda)... Total, como por un euro te dan miles de dólares, pues era el puto rey de South Street.
He visto incluso a un predicador (no os perdáis la cara del negro de la gorra negra, estaba en trance; por mí, que iba drogado. De paso, mirad a la niña. Era una monada y luego se ha puesto a hablar conmigo. No he entendido nada)
Y al final del día (el único pero de todo esto es que lo he hecho sólo; claro, no he hecho aún amigos y los de mi casa pasan de mí...), me he ido a hacer la compra. Un día haré un tema del supermercado, porque lo merece. Ahora sólo os diré que he sido el hombre más feliz del mundo allí, eligiendo tomates de ¡¡¡Canadá!!!, lechugas de Pennsylvania, patatas de California, cereales de Ohio, aceite de oliva griego, vinagre y salami italiano, salmón salvaje de Alaska... (lo único español que he visto, tampoco me he fijado mucho, ha sido queso de Roncal).
Cuando he entrado me ha parecido todo un timo. Muchas cosas son importadas y, como pesan en libras, pues todo parece carísimo. Pero he comprado bastante y al final me ha salido todo por 90 dólares (unos 70 euros), así que me ha parecido hasta barato. Muchas veces me he gastado lo mismo en El Corte Inglés de Callao por cuatro tonterías.
Bueno, mañana más (aún os debo las fotos de mi casa y de la uni. Sed buenos y que trabajéis mucho... (no sé por qué, pero a veces se me juntan las fotos y los bloques de texto y no hay forma de arreglarlo; si alguien entiende de blogs y me ayudar...)