20/9/07

Muerte en Philadelphia










El tío de la izquierda se llamaba Walter T. Barclay. Era un policía rookie (novato) de Philadelphia cuando, en 1966, recibió un disparo en un robo. Tenía 23 años y no murió, pero fue casi peor. La bala le dejó inválido y le dañó varios órganos. Ha pasado los siguientes 41 años tumbado en una cama, sufriendo una infección tras otra hasta quedar vegetal. Hace dos semanas murió por una infección de orina. La familia pide justicia.


El abuelete se llama William Barnes y fue el que le disparó. Nació en 1935 y entró en prisión a los 16 años por primera vez por robar un coche. Pasó 48 de los siguientes 56 años de vida entre rejas. 20 de ellos fueron por las heridas que causó al policía y el resto por otros delitos y huir tres veces de la cárcel. Hace un año, en julio de 2006, cumplió todas sus condenas, salió en libertad y empezó a llevar una vida normal. Por primera vez en la vida, admite él mismo.

El fiscal de Philadelphia ha decidido volver a encarcelar a Barnes por el asesinato del policía. Asegura que es responsable porque la infección de orina ha sido sólo la última de las secuelas que ha causado la bala. El abogado de Barnes argumenta que éste ya cumplió 20 años por su disparo y que las balas no matan con 41 años de retraso. El tema está ahora en fase de peritaje, con unos médicos intentando demostrar que sí y otros que no.

Cada día se producen en Philadelphia (1,5 millones de habitantes, casi 5 con el área metropolitana) una media de 4,6 tiroteos y 1,14 asesinatos. La cosa está un poco desatada últimamente: cuando llegué llevaban 255 asesinatos. Esta mañana se han producido otros dos y han llegado a los 300. Casi la mitad no se resuelven nunca.

El perfil de las víctimas no se aleja del que nos dibujó el comisario de la policía. 89% por arma de fuego, 81% hombres, 80% negros y 71% entre 18 y 40 años. Más del 70% se produce en los barrios chungos del sur, el norte y el oeste de la ciudad.

Al este está el río Delaware y en la otra orilla, ya en New Jersey, la ciudad de Camden. Es famosa por tres cosas: allí hacen las sopas Campbell's, es tan corrupta que el ayuntamiento lleva 10 años en manos del gobierno del New Jersey y en los últimos tres encabeza la lista de ciudades más violentas de Estados Unidos (Philadelphia es la sexta o séptima).

El Philadelphia Inquirer tiene en su página web dos mapas geniales (lo podríamos copiar en ELPAÍS.COM para Madrid). Cogen la ciudad y van poniendo un puntito rojo en cada sitio donde hay un asesinato y en donde hay un tiroteo. Si pones el ratón encima, te sale una ventanita que te cuenta el nombre, edad, sexo y raza del muerto y cómo murió. Así ves la ciudad perfectamente y donde se acumula el follón. Los datos están un poco viejos, pero se ven calles con ocho o nueve asesinatos y decenas de tiroteos. Algún día iré a ver qué tal son.

La calle central que recorre la ciudad de este a oeste es Market Street. Al este del río que está a la izquierda podéis ver la calle 32 (en vertical). Cuatro manzanas por arriba, en la esquina, vivo yo. En Powelton Av. Veréis que no ha habido ningún follón cerca.

http://www.philly.com/inquirer/special/violence/

El panorama, desde el punto de vista europeo, es para tirarse de los pelos. Desde el de aquí, comienza a ser preocupante, según las autoridades de Pennsylvania. Por lo que he visto, uno o dos muertos al día no salen en los periódicos (excepto cuando se llega a los 100, 200...). Tres o cuatro van a una columna o menos. Sólo cuando en un fin de semana matan a siete u ocho, o cuando la muerte es especialmente trucuenta, el tema va en portada o abriendo página.

Han empezado a plantearse medidas que parecen de otro planeta. En Pennsylvania para comprar una pistola o una metralleta necesitas ser mayor de 21 años, no tener antecedentes y pedir la oportuna licencia. Hay dos propuestas en trámite que están causando polémica. La primera es que todo el que tenga un arma de fuego deba registrarla y pagar 10 dólares al año por cada una. Los que se oponen argumentan que esto limita su derecho de estar armados (reconocido en la Constitución) La segunda es que nadie pueda comprar más de una pistola ¡¡al mes!!!

El pasado fin de semana había una página entera de cartas al director en el Philadelphia Inquirer. Un tercio protestaba por el encarcelamiento de Barnes: "Con casi 300 asesinatos este año y la mitad sin resolver, ¿el fiscal, no tiene mejor forma de gastar el dinero de nuestros impuestos en intentar encarcelar a un hombre de 71 años y que ha pasado 48 en la cárcel, 20 de ellos por el tiroteo que ahora quiere convertir en un asesinato?", decía una lectora.

Otro tercio era de protesta por la limitación de en la posesión de armas: "Las autoridades Pennsylvania no deben entrar en mi derecho a poseer armas de fuego. Así ha sido siempre en nuestro país. Mi familia y yo tenemos derecho a sentirnos seguros ante la creciente violencia en la ciudad", escribió otra.

El tercer tercio era para justo lo contrario: "¿Pero quién quiere comprar más de una o dos armas no en un año, ni en una década, sino en toda la vida? A más armas vendidas, más armas en la calle, más muertes y una policía más violenta", argumentó otro más.

Mientras, siguen pasando cosas. Esta semana (esto pasó en Washington, según el Post) un policía se dio cuenta al llegar a casa de que le habían robado la minibike (las minimotos estas con motor). Salió con un compañero, vestidos de paisano, a conducir por un barrio cercano a ver si la veían. Encontraron a un chico de 14 años montado en ella. Según el policía, le mandó parar y el chaval le disparó. Él poli respondió y le mató de un balazo en la cara. Los dos eran negros.

La polémica se ha montado porque ahora la policía no puede aportar ni la pistola con la que que supuestamente disparó el chaval ni la minimoto. Los vecinos dicen que todo es mentira y que la policía disparó a saco. El policía aporta en su defensa, además del testimonio del compañero, un agujero de bala en su coche. Según él, tras el tiroteo, mientras pedía refuerzos, alguien del barrio se llevó la pistola y la moto.

Otro más. Hoy en Pennsylvania han condenado a un hombre a muerte por matar al testigo de otro asesinato. La policía asegura que el detenido por el primer crimen y el hoy condenado coincidieron en el calabozo. Allí uno contrató al otro para eliminar al único testigo días antes del juicio.

No os preocupéis, que las grandes ciudades de América son así. Si no te metes en bandas o drogas y no vas a los barrios chungos, no te pasa nada. Lo dijo el poli y es verdad. Por la calle se ve mucha poli, pero no tienes sensación de peligro.

Sed buenos.