3/9/07

Pizzas y deportaciones

El curso al que me he apuntado tiene 140 clases de 55 minutos. Si me salto cinco, me expulsan de los Estados Unidos. Y llegar tres veces tarde (a la clase de las ocho de la mañana también) equivalen a una ausencia. Así están las cosas.

El argumento que te dan es el siguiente: tú pides un visado para estudiar, la normativa del visado (ley federal) establece estos límites y la universidad está obligada por ley a informar al Departamento de Estado (creo que era ese) si un estudiante los incumple. La clave está en saber si algún Departamento (el que sea) es capaz de iniciar un trámite de expulsión por cinco campanas. Los de la universidad dicen que sí. Y lo dicen muy seriamente. Asusta un poco.

Este sería el titular de los tres días de presentaciones a los que nos tuvieron sometidos la semana pasada. Todo es muy formal. Las universidades son aquí como pequeñas repúblicas que gestionan cosas como la policía, el hospital, recogida de basuras.... Y va pasando cada responsable a darte la bienvenida y contarte cosas.

El comisario del Cuerpo de Policía de la Universidad de Pennsylvania, que tiene 124 agentes y oficiales, nos explicó que en esta ciudad se mata mucho. Según el Philadelphia Inquirer, este año ya van por 255 homicidios, lo que es una burrada porque esto tiene el tamaño de Madrid y allí deben ir por los 50 o 60. Pero el comisario nos tranquilizó. Dijo que si no vamos a los suburbios, no nos metemos en bandas callejeras ni en drogas, no nos pasará nada. "No hagáis cosas de negros y tranquilos", vino a decir el muy.... (paso de que me deporten).

La directora del hospital nos insistió que antes muertos (o arruinados) que perder una tarjeta que nos han dado y que nos identifica como asegurados médicos. Nos alertó sobre los problemas administrativos y económicos que nos podemos encontrar en caso de necesitar asistencia médica y no llevarla. Pero en realidad lo que nos quiso decir (yo lo entendí así) fue: "No seáis burros. En caso de urgencia, cualquier médico está obligado a salvarte la vida. Pero como hasta que no está claro quién va a pagar todo es un poco más complicado, no os la juguéis y llevar el puto carnet siempre encima".

El de las basuras trató de defender lo indefendible: que aquí sólo recogen la basura una vez por semana y que no ponen contenedores para reciclar hasta que lo pide formalmente la comunidad (no entendí qué es la comunidad, porque en mi barrio son casas; si la calle, el barrio...).

Y así tres días. Uno tras otro, hasta que te empequeñeces un poco, ves que aquí todo va muy en serio (esté bien, regular o fatal) y te acabas creyendo lo de las deportaciones.

Y entonces llegó el acto cumbre de la semana: la comida del viernes en el rectorado. Un acto en el que "estudiantes, profesores y el personal de la universidad tienen un espacio para conocerse e intercambiar opiniones"´. "¡Ostias! ¡Y yo sin chaqueta!", me dije.

Bueno, pues aquí os cuelgo un par de fotos de la famosa comida:










Por cierto, que los coreanos están como un clavo, pero no veas como tragan los tíos.

Como les diría a los de la universidad un amiguete de Madrid:

Irsu a cagar!".