19/10/07

El Che y otras batallitas (3)




¿Qué es Nueva York?

Eso me preguntaba yo sentado (por puro agotamiento) en uno de los grandes museos de la Gran Manzana. Para sentirme más acompañado, me dispuse a descansar ante el retrato multicolor del gran Che, que tengo el placer de mostraros.

Nueva York es grande (venía de perderme por Central Park), espectacular, rica, desastre, multicolor y todo eso. Pero, de verdad, ¿qué es Nueva York? ¿Cuál es su esencia?

Me puse a mirar las fotos que había hecho con mi cámara y encontré dos que me parecieron adecuadas para explicaros lo que me ha parecido esta megaurbe.




Nueva York es una cosa extravagante, con un punto hortera, habitada por seres curiosos a los que gusta beber y comer todo el día. Está encantada de conocerse y de que la miren, pero a la vez se esconde bajo una capucha cuando hace sol. Y, pese a todo, es resultona, acaba por componerse con un toque atractivo y se le reconoce cierta gracia.




Aunque también es un lugar que te hace sufrir un poco, donde la gente paletea todo el día hasta agotarse para intentar alcanzar un éxito que no se sabe muy bien donde está. Vistos desde lejos, te da la sensación que a muchos se los va a llevar la primera ola. Te preguntas qué cojones hacen aquí.

Así que, tras ver mucho arte, rascacielo y demás (también lo habéis visto mil veces), sólo os contaré dos o tres cositas que me llamaron la atención. La primera es el mercado 'verde' que los sábados organizan en Union Square. Allí van granjeros ecologistas de los estados cercanos a vender sus productos. Te explican cómo cultivarlos sin fertilizantes ni pesticidas, te enseñan fotos de sus granjas y hasta te dan la posibilidad de pasarte por su huerto a recoger las hortalizas tu mismo (te las cobran al mismo precio).



El resultado es curioso, con tanta lechuga, zanahoria y demás (llenos de tierra y bichos) en mitad de tanto acero, cristal y hormigón.




Hay hasta mazorcas del Barça.





En el Metropolitan me quedé anonadado con el siguiente "Patio" ( en el original).



El pobrecito es de los siglos XIV-XV y estaba en un castillo de Vélez Blanco (Almería). En 1904, el dueño del castillo lo vendió a piezas y en 1913 el millonario George Blumenthal (ni idea de quién es) lo compró en una subasta en París.

El señor se lo trajo a su mansión de Nueva York, donde lo volvió a montar pieza a pieza (más de 2.000, de mármol). En 1945 el susodicho la diñó y el patio volvió a ser desmontado y vuelto a montar en el interior del Metropolitan, justo entre el arte chino y el griego y debajo del arte contemporáneo americano.

Lo último que digo de Nueva York: me encanta lo del brunch. Te levantas, te tomas un cafelito, te das un paseo y te sientas a leer el periódico comiendo en un sitio agradable. Los que paséis por aquí os recomiendo el Esperanto, al que me llevó Alex, el amigo de Messi. Está en la C Av con la Séptima, todo está riquísimo y hay hasta música en directo.




La comida

Quería hacer una entrada específica de esto, pero ya no da tiempo. Sólo unos comentarios.

Aquí se puede comer bien y barato por poco que busques, sobretodo fuera de casa. Aparte de la oferta (de todo el mundo) y pasando de pizzas y hamburguesas, pagar 10-15 dólares por japoneses, vietnamitas, italianos, vegetarianos o lo que quieras, todos muy aceptables, está al orden del día.

En casa, hay que comentar lo siguiente: no saben cocinar. Claro, que todos ayudamos vendiéndoles lo peor de cada casa. El aceite de oliva es caro y malo de narices. Yo creo que italianos, españoles y griegos les vendemos el que nos sobra o se nos estropea. Pero pasa con todo: los quesos, embutidos, supuestos productos nacionales...

Así que entre que ellos no tienen mucha idea (les haces un sofrito, queda sólo pasable por lo del aceite y lo flipan), les faltan los conceptos básicos (el pescado al horno NO SE PUEDE HACER con ketchup) y se come bien fuera, no van a aprender en la vida.

Lo que no se puede consentir es lo que hacen con las gambas. ¡¡¡Te las venden sin cabeza!!! En dos meses, os juro que no he visto ninguna sin decapitar.




La gran aventura

Hoy os escribo desde Washington (bueno, desde las afueras, que los moteles son mucho más baratos). A bordo de mi Kia de alquiler, me dispongo a descubrir la esencia de este país en cinco o seis días.

Este fin de semana he estado en la tierra de los amish. Todo muy bonito, pero un poco zoo. Y no me caso con una amish ni que sea la hija del mayor terrateniente de la zona.

Casi ni he hecho fotos ni os puedo contar muchas anécdotas. Sólo que era una gozada perderte por las carreteritas secundarias.












PD1. Sorry por los problemas técnicos. Ya está todo arreglado.

PD2. No sé si es porque me han despedido, pero no puedo acceder a mi correo del periódico desde hace tres o cuatro días (tampoco a lo tuyo, Susana). Por favor, lo que sea urgente/importante, a oriolgd@hotmail.com