26/10/07

Aquí empezó todo (y se acabó)




Hace 400 años y seis meses, un grupo de 104 hombres y niños desembarcó en una isla del estuario del río James y construyó un pequeño fuerte. Justo donde yo estoy ahora (bueno, hace 36 horas). Empezaba así historia de los Estados Unidos, según cuentan en esta especie de parque temático que han montado aquí.

El de Jamestown fue el primer asentamiento permanente de los ingleses en América. Básicamente lo hicieron porque los españoles se estaban dando prisa por el sur y los franceses por el norte. La isla era pantanosa, pero fértil.



Quizá fue por las prisas, pero el tema les salió fatal: en los dos inviernos de 1608 y 1609 murieron casi todos los colonos de Jamestown. Habían llegado más de 600 y al llegar la primavera de 1610 sólo había 60 supervivientes. La mayoría pudieron vivir gracias al maíz que les daban los indios.

Las notas de la época son espeluznantes: hubo casos de canibalismo y en una ocasión un muerto fue desenterrado para ser comido. Para que veáis cómo se las gastan los puritanos cuando acecha el hambre.

Las colonias inglesas funcionaban de una forma peculiar. No era el gobierno el que venía aquí, sino una empresa a la que la Corona daba la concesión. El Rey ganaba los nuevos territorios y la empresa el derecho a forrarse explotándolos.

Jamestown estuvo al borde del abismo y la extinción durante tres o cuatro años. Hasta que en 1612 se produjo un hecho que cambió la historia de América y del mundo: un tío trajo unas plantas de tabaco del Caribe español y comprobó que se adaptaban perfectamente al terreno de aquí.

Inglaterra, que hasta entonces casi no tenía tabaco propio, enloqueció con el de Virginia. Y la colonia se convirtió en una máquina de hacer dinero durante los tres siguientes siglos.

Las consecuencias sobre el país y el mundo fueron brutales.

El tabaco crece fácil, pero requiere una mano de obra ingente para su cuidado y recolección. En 1619 llegaron los primeros negros de África y empezó el modelo de explotación en plantaciones en el sur de Estados Unidos. El resto ya lo sabéis (o no): grandes fortunas, millones de esclavos, mucho romanticismo y todo a tomar por el culo cuando el norte de Estados Unidos, en la Guerra Civil, les dijo que ya estaba bien de tanta esclavitud y de tanta economía agraria. Que el futuro estaba en la industria y todo eso.

Pues bueno, todo eso os quería contar yo en mi último día de viaje. Quería ir al fuerte, a las plantaciones y a una pequeña reserva de indios que hay aquí al lado, a ver que tal. Se dedican a la pesca y a la acuicultura. Son unos 600, pero en la reserva viven unos 50. Tienen a su jefe (se llama Pequeña Águila) y yo le quería conocer. Aquí está el link y su foto.




http://www.baylink.org/Mattaponi/


Pero entonces se puso a diluviar. A caer agua como si millones de cubos fueran vaciados a la vez sobre la tierra. Tremendo, la verdad, sobretodo porque estaba a más de 500 kilómetros de Philadelphia y tenia que volver por la tarde. Así que sólo pude visitar el fuerte.

Luego comprendí que lo que ocurría es que América se puso muy triste por mi marcha.

El toque final que quería dar a mi viaje ("Aquí empezó todo", por los Estados Unidos; y "se acabó", por mi viaje y los pobres indios) se quedó algo aguada, pero bueno.

Ahora os escribo desde Londres, en el aeropuerto. Quedan un par de horas hasta mi vuelo a Barcelona, así que ya se ha acabado todo de verdad. De verdad, de verdad. Se han quedado muchas cosas en el tintero, pero supongo que era de esperar.

Terminado mi viaje, acaba la necesidad que este blog pretendía llenar: un peculiar diario de viaje que sirviera de contacto con vosotros. Al irlo haciendo me he dado cuenta que todo era mejorable, muy mejorable, en este blog. Pero me quedo muy contento porque ha servido para lo que pensé.

Gracias y ha sido un placer. ¡¡¡Nos vemos ya!!!

23/10/07

Güell, héroe de guerra




Aquí tenéis la prueba. La sangre de los Güell se derramó en la II Guerra Mundial en la lucha por la libertad y la democracia. Los Guell, queridos primos lejanos, de Boston, compartían sin duda un buen puñado de genes conmigo. Así que, ¡¡soy un héroe!! A mi padre ya le vale, toda la vida con los mismos rollos (hazte la cama, estudia, devuélveme la pasta que me debes...) y se le olvida lo más importante.

Este espectacular hallazgo lo hice paseando por Washington, en el memorial de la II Guerra Mundial. Allí hay unos ordenadores que te permiten localizar a los tropecientos mil americanos que murieron en la II Guerra Mundial y, por esas cosas que uno hace cuando está un poco aburrido, se me ocurrió poner mi apellido. ¡¡Toma!! Allí estaban mis primos. Me dí la vuelta, me dirigí al centro del memorial y me puse tieso como un palo, para que todos vieran la estampa de los héroes Güell.

La capital de este país me causó una muy grata impresión. Mola mucho. Está muy bien urbanizada, es bonita y hay montones de cosas por ver y hacer. Yo, lo admito, vi más bien poquitas, aunque fueron todas las que pude en un día.

Empecé en el Capitolio y me di un susto de muerte con los aviones. Joder, con lo que ha pasado en este país y resulta que para aterrizar sobrevuelan casi el centro de la ciudad. Por un segundo... Bueno, ya sabéis lo que pensé.



De allí recorrí todo el Mall. Primero hasta el Monumento Washington (el cacho columna ese que se ve) y luego hasta el memorial de la II Guerra Mundial, donde me reencontré con mis primos, los héroes.

De allí seguí hasta los memoriales de las guerras de Corea (no hay registro de bajas) y Vietnam. Miré en el muro de granito en el que están todos los fallecidos en Vietnam y no había ningún Güell.




¡Claro!, me dije. Los Güell luchamos contra los nazis, pero nunca lo haríamos contra los vietnamitas, que no habían hecho nada.

De allí, seguí hasta el monumento a Lincoln (las escalinatas esas que han salido en mil películas), me crucé el Potomac y me fui al cementerio de Arlington. El cambio de guardia da risa, pero el lugar es bonito e impacta saber que te rodean las tumbas de 290.000 personas.



Por la tarde volví al hotel para recoger mi coche. Pero antes de irme a Virginia, me pase tres horas recorriendo la ciudad al anochecer. Descubrí varias cosas. La primera es que todo el entorno de Georgetown es una maravilla. La segunda, que hay que visitar el Mall de noche. Te subes las escalinatas de Lincoln y ves hasta el Capitolio, a 2,5 millas, también iluminado.

La tercera, que Bush tenía invitados a cenar. Joder, y casi me matan. Estaba yo con mi Kia de alquiler en la calle 17 un poco despistado (buscando un sitio para aparcar y ver la Casa Blanca) y os juro que de repente aparece un convoy de 10 o 20 coches, a cada cual más grande, con más luces y más follado, y todos contra mí. Me salvé de milagro.


Shenandoah

Este bonito nombre es el de un parque nacional en Virginia. Es largo (120 millas) y estrecho (unas 30; los datos buenos son estos, no los del vídeo) y recorre las cumbres de la cordillera. La carretera es absurda por inútil (el único tráfico es el que visita el parque) y cara de construir y mantener, pero fue de las obras públicas del New Deal que se hicieron para crear empleo tras la crisis del 29. Además, va de perillas en un viaje relámpago como el mío porque te permite recorrerlo en cuatro o cinco horas. Empieza en Front Royal, a unas dos horas de Washington.

Aquí os lo presento en un vídeo.




Es la representación perfecta del otoño.







Está lleno de bambis (tienen la manía de comer la hierba de los arcenes)...




... y se supone que de osos, aunque yo al final no he visto ninguno.




Lamento admitir que en Europa no tenemos estos parques naturales. Como aquí les sobra el terreno, las montañas, los ríos... Este es uno de los más pequeños de Estados Unidos y es una cuarta parte de Cataluña, más o menos. Pero en las Rocosas o en Alaska hay algunos que son la mitad de España o más.


Virginia profunda

Tampoco tenemos estas autopistas ni estos espacios. Recorriendo Virginia, que es de los estados poblados y del este, te pasas 50 o 60 kilómetros sin pasar por un pueblo o ciudad. Sólo bosques y más bosques. En el oeste debe ser la ostia...




Aunque es verdad que tampoco se permiten estas casitas (igual en la foto queda mona, pero es una especie de barraca gigante, hecha de maderas en las paredes, planchas oxidadas para el techo, el lavabo es lo de la izquierda, sucia...).




Y es que las bolsas de pobreza aquí también las ves en las zonas rurales. No quiero decir nada con sólo un día de visita, pero te encuentras a gente justita justita justita en muchas partes.

La nota hortera la dan las elecciones. Como aquí se vota al sheriff, al consejo escolar y a no sé cuantos cargos más, se pasan la vida de elecciones. Los candidatos plantan sus carteles en el jardín de casa, al lado de las carreteras...




Cómo molaría presentarse a sheriff....

19/10/07

El Che y otras batallitas (3)




¿Qué es Nueva York?

Eso me preguntaba yo sentado (por puro agotamiento) en uno de los grandes museos de la Gran Manzana. Para sentirme más acompañado, me dispuse a descansar ante el retrato multicolor del gran Che, que tengo el placer de mostraros.

Nueva York es grande (venía de perderme por Central Park), espectacular, rica, desastre, multicolor y todo eso. Pero, de verdad, ¿qué es Nueva York? ¿Cuál es su esencia?

Me puse a mirar las fotos que había hecho con mi cámara y encontré dos que me parecieron adecuadas para explicaros lo que me ha parecido esta megaurbe.




Nueva York es una cosa extravagante, con un punto hortera, habitada por seres curiosos a los que gusta beber y comer todo el día. Está encantada de conocerse y de que la miren, pero a la vez se esconde bajo una capucha cuando hace sol. Y, pese a todo, es resultona, acaba por componerse con un toque atractivo y se le reconoce cierta gracia.




Aunque también es un lugar que te hace sufrir un poco, donde la gente paletea todo el día hasta agotarse para intentar alcanzar un éxito que no se sabe muy bien donde está. Vistos desde lejos, te da la sensación que a muchos se los va a llevar la primera ola. Te preguntas qué cojones hacen aquí.

Así que, tras ver mucho arte, rascacielo y demás (también lo habéis visto mil veces), sólo os contaré dos o tres cositas que me llamaron la atención. La primera es el mercado 'verde' que los sábados organizan en Union Square. Allí van granjeros ecologistas de los estados cercanos a vender sus productos. Te explican cómo cultivarlos sin fertilizantes ni pesticidas, te enseñan fotos de sus granjas y hasta te dan la posibilidad de pasarte por su huerto a recoger las hortalizas tu mismo (te las cobran al mismo precio).



El resultado es curioso, con tanta lechuga, zanahoria y demás (llenos de tierra y bichos) en mitad de tanto acero, cristal y hormigón.




Hay hasta mazorcas del Barça.





En el Metropolitan me quedé anonadado con el siguiente "Patio" ( en el original).



El pobrecito es de los siglos XIV-XV y estaba en un castillo de Vélez Blanco (Almería). En 1904, el dueño del castillo lo vendió a piezas y en 1913 el millonario George Blumenthal (ni idea de quién es) lo compró en una subasta en París.

El señor se lo trajo a su mansión de Nueva York, donde lo volvió a montar pieza a pieza (más de 2.000, de mármol). En 1945 el susodicho la diñó y el patio volvió a ser desmontado y vuelto a montar en el interior del Metropolitan, justo entre el arte chino y el griego y debajo del arte contemporáneo americano.

Lo último que digo de Nueva York: me encanta lo del brunch. Te levantas, te tomas un cafelito, te das un paseo y te sientas a leer el periódico comiendo en un sitio agradable. Los que paséis por aquí os recomiendo el Esperanto, al que me llevó Alex, el amigo de Messi. Está en la C Av con la Séptima, todo está riquísimo y hay hasta música en directo.




La comida

Quería hacer una entrada específica de esto, pero ya no da tiempo. Sólo unos comentarios.

Aquí se puede comer bien y barato por poco que busques, sobretodo fuera de casa. Aparte de la oferta (de todo el mundo) y pasando de pizzas y hamburguesas, pagar 10-15 dólares por japoneses, vietnamitas, italianos, vegetarianos o lo que quieras, todos muy aceptables, está al orden del día.

En casa, hay que comentar lo siguiente: no saben cocinar. Claro, que todos ayudamos vendiéndoles lo peor de cada casa. El aceite de oliva es caro y malo de narices. Yo creo que italianos, españoles y griegos les vendemos el que nos sobra o se nos estropea. Pero pasa con todo: los quesos, embutidos, supuestos productos nacionales...

Así que entre que ellos no tienen mucha idea (les haces un sofrito, queda sólo pasable por lo del aceite y lo flipan), les faltan los conceptos básicos (el pescado al horno NO SE PUEDE HACER con ketchup) y se come bien fuera, no van a aprender en la vida.

Lo que no se puede consentir es lo que hacen con las gambas. ¡¡¡Te las venden sin cabeza!!! En dos meses, os juro que no he visto ninguna sin decapitar.




La gran aventura

Hoy os escribo desde Washington (bueno, desde las afueras, que los moteles son mucho más baratos). A bordo de mi Kia de alquiler, me dispongo a descubrir la esencia de este país en cinco o seis días.

Este fin de semana he estado en la tierra de los amish. Todo muy bonito, pero un poco zoo. Y no me caso con una amish ni que sea la hija del mayor terrateniente de la zona.

Casi ni he hecho fotos ni os puedo contar muchas anécdotas. Sólo que era una gozada perderte por las carreteritas secundarias.












PD1. Sorry por los problemas técnicos. Ya está todo arreglado.

PD2. No sé si es porque me han despedido, pero no puedo acceder a mi correo del periódico desde hace tres o cuatro días (tampoco a lo tuyo, Susana). Por favor, lo que sea urgente/importante, a oriolgd@hotmail.com

17/10/07

El Che y otras batallitas (2)

Los 6 de Jena



Esta foto está tomada en 1930. Una turba de blancos colgó a los dos negros por haber supuestamente violado a una chica blanca (¿os acordáis de Matar a un ruiseñor?). Según los periódicos de la época, habían sido detenidos para protegerles, pero la muchedumbre asaltó la oficina del sheriff. Otras versiones dicen que el sheriff les dejó hacer gustosamente.

Cerca de donde ocurrió todo esto, en Louisiana, hay una pequeña ciudad que se llama Jena. En la high school hay este árbol, punto de reunión de los estudiantes blancos.



Hace un año, varios estudiantes negros se sentaron bajo el árbol. Fue un acto simbólico, ya que la gran lucha por los derechos civiles empezó en los 60 cuando una mujer negra decidió sentarse en un autobús en los asientos para blancos.

Pocos días después, tres cuerdas anudadas para ahorcar fueron colgadas del árbol. Tres estudiantes blancos fueron castigados con tres días de expulsión del instituto.

El ambiente se fue caldeando, con insultos y peleas entre estudiantes blancos y negros hasta que, en diciembre, seis negros pegaron una paliza a un blanco.

La justicia, que hasta entonces no había intervenido, entró a saco. Los seis fueron detenidos, encarcelados y acusados de intento de homicidio. El fiscal pretendía juzgarles como adultos, con penas superiores a los 12 años de cárcel.

Al principio, nadie hizo caso de la noticia. Pero poco a poco fue saltando de blog a blog, llegó a las radios negras y el sur empezó a hervir. Los 6 de Jena se convirtieron en un símbolo y removieron todos los fantasmas merodean por este país.

Para las autoridades no había delito imputable a los blancos y sí a los negros, que tenían un abogado que casi era peor que el fiscal. Para los negros era un ejemplo del doble rasero de la justicia.

La presión social y la explosiva situación llevaron al fiscal a ir rebajando las acusaciones y liberar a alguno de los acusados.




Pero no perdonó a Mychael Bell, al que acusaba de ser el instigador. Además, tenía un par de causas pendientes por delitos menores por drogas.

Bell pasó en la cárcel 10 meses por el caso, hasta que hace tres semanas el fiscal desistió en juzgarle como adulto y fue liberado. Unos días antes, el 21 de septiembre, más de 20.000 personas (casi todos negros) se habían manifestado en Jena para exigir su liberación.

La libertad le duró poco. La semana pasada, un tribunal le condenó a 18 meses de internamiento en un centro de menores por los temas de drogas. Los negros hablan de revancha. Los blancos de justicia.

A diferencia de los años 60, cuando los manifestantes negros que luchaban por los derechos civiles eran apaleados por la policía e insultados por los blancos, en la manifestación de Jena no hubo ningún incidente y transcurrió como una fiesta.


El alcohol



Elisa Kelly, de 42 años, ingresó en junio en la cárcel para cumplir una pena de 27 meses de cárcel en Virginia. La culpa la tiene su hijo Ryan (izquierda), que cuando cumplió 16 años le pidió que le comprara un poco de vino y cerveza para la fiesta de su cumpleaños.

La madre explicó que como sabía que su hijo y sus amigos iban a beber de todas formas, prefirió controlar el tema: dejó un poco de bebida, obligó a todo el mundo a darle las llaves de los coches y ella se quedó cerca.

30 chicos, de 15 a 20 años, fueron a la fiesta. La policía recibió el soplo (se supone que de otro padre) e intervino. Analizó la sangre a todos los presentes y encontró que 9 habían bebido. Ninguno de ellos alcanzó "los niveles de intoxicación". Habían bebido un poco pero ninguno iba borracho.

Suministrar alcohol a los menores de 21 años está prohibido en todos o casi todos los estados del país. Pero en Virginia la ley es aún más dura: si tu hijo menor de 21 años bebe, aunque tú no lo sepas, también eres penalmente responsable, por no controlarle. Te pueden multar con hasta 6.000 dólares.

Este país tiene una relación compleja con el alcohol. Hay condados en el Medio Oeste donde impera la ley seca, está prohibido vender alcohol (no beber). En algunos es un tema polémico, porque los críticos dicen que aumenta los accidentes de tráfico: los vecinos van al condado de al lado a enmoñarse y se la pegan cuando vuelven con el coche.

Cada estado (y en algunos cada condado) tiene sus propias normas e impuestos sobre el alcohol. En Pennsylvania es bastante caro. Pero Delaware, a 20 minutos en coche, es una especie de Andorra. Así que todo Dios va a Delaware a comprar la bebida. La cerveza, el vino y el tabaco te salen a la mitad casi a la mitad.

Monda y yo vamos de vez en cuando a comprar cervecitas, vinos y mi tabaco. La cosa tiene su emoción porque de hecho está prohibido: la policía de Pennsylvania hace controles en la frontera. Si te pillan, la multa por botellín de cerveza es de cinco dólares.

Así que todos se cuentan a qué horas y en qué carreteras hay controles. Un buen consejo es aparcar lejos del parking de la licorería, porque la policía de Delaware hace rondas y le chiva a la de Pennsylvania las matrículas de los que están comprando.

Lo bueno de todo esto es que Delaware se ha especializado en tener las mejores licorerías del país. Es impresionante: imaginaros el mayor de los Carrefour que hayáis visto lleno sólo de vinos, cervezas y demás bebidas de todo el mundo. Para España hay más de 30 metros de lineal de vinos, más oferta y variedad que nunca haya visto en ninguna bodega española. Incluso mis estimados Castell del Remei están allí!!!


16/10/07

El Che y otras batallitas (1)




Sí, ya sé que he hecho lo peor, lo que nunca se debe hacer. Dejar a un público fiel, entusiasta y ansioso sin su dosis matinal de blog durante ocho días. Lo siento. No tengo excusas. Ni siquiera ha sido por amor. Ha sido por el puto homework!!!!!

No, la verdad. Es que he ido muy, muy liado. Y llega un momento que se te amontonan las cosas y ya no sabes ya ni qué escribir. Total, que he decidido hacer una entrega resumen en tres capítulos (días) de mis vivencias en la última semana hasta que, el próximo viernes, emprenda mi particular conquista de la América profunda. Armado con mi cámara y a bordo de un coche alquilado, me dirigiré al sur para intentar comprender algo más de este incalificable país.

El editorial del Che

Hasta aquí han llegado los ecos de la tormenta del editorial del Che. Voy a intentar ser breve. El Che nunca me ha entusiasmado. Pongo a mi madre como testigo que nunca colgué un poster suyo en mi habitación. Un tío que pudiendo vivir en el Caribe como un señor se va a Bolivia a pegar tiros y dormir en el monte, muy bien no puede estar.

Pero bueno, de aquí a morder la mano que te da de comer hay un buen trecho. ¿Acaso llaman pijas a sus clientas las dependientas de Armani? ¿O snobs a sus comensales los camareros de Ferrán Adriá?

¿¡A qué viene llamar tontos, románticos y terroristas a los lectores de El País!? ¡¡En el editorial!! ¿¡Quién es el responsable!? ¡¡Joder, que tengo una hipoteca que pagar!!

Philadelphia, la ciudad-nocilla




Esta es la ciudad que me ha acogido durante los últimos 50 días de mi vida. Después de Barcelona, Castell, Madrid y Limerick (Irlanda), creo que es el lugar del planeta donde más noches he dormido en mi vida.

Le pasa lo que a la nocilla que merendábamos de pequeños: tiene una parte blanca y otra negra que no se mezclan. Me levanto por la mañana y me subo al metro: todos negros. Llego a la universidad: todos blancos. Voy a la cafetería: los blancos consumen, los negros sirven.

Mi universidad debe ser muy cara, pero los únicos negros estudiantes que ves son las estrellas de los equipos deportivos. Pero esos sí que triunfan de verdad. Debe ser la erótica del gladiador.
Sigo. Voy al downtown. En la calle: todos negros. En los bares de copas: todos blancos.

Es que se ve hasta urbanísticamente. En el centro-centro, vive poca gente. En estudios a un millón de euros los 40 metros. Todos blancos.

Luego está la zona histórica, las callejuelas que aquí dicen que son las calles habitadas más antiguas de todo el país.




Todos blancos. Luego hay una corona alrededor del centro. Todos negros. Aquí es donde se producen el 80% de los tiroteos y homicidios. Cada día, en metro, paso sobre ellas. El vídeo que grabé, jugándome la vida, ahora no le da la gana de salir. Pero ya habéis visto mil veces la imagen: basura en las calles, casas medio en ruinas, cascotes, humo saliendo de las alcantarillas...


Luego hay una segunda corona de barrios en la que las casas son preciosas, con mucho césped, zonas deportivas... Algunos tienen hasta embarcadero y casi todos la banderita.




Todos blancos. Pregunta: ¿Por qué en una ciudad tan cafre como esta ninguna casita pija tiene ni siquiera una valla? Es que puedes entrar hasta el porche sin ningún problema...

El tema tiene difícil solución. Más que nada porque da la sensación que nadie se lo ha planteado. O que si alguien lo ha hecho, casi peor.


Merienda de negros

No sé de donde salió esta expresión, pero podría haber surgido perfectamente del salón de mi casa un viernes o sábado por la noche. Están los negros de Philadelphia, descendientes de las plantaciones. Luego están los del Caribe, también descendientes de esclavos pero parece ser que mucho más rebeldes y agresivos con los blancos. Y luego están los negros de África, orgullosos de no haber sido nunca esclavizados.

A los indios les sienta mal el alcohol No sé que les pasa en el hígado que dos copas les tumban. A los negros es al revés. Dos copas les ponen a 100. Juntas a 20 negros, cada uno de su padre y de su madre, y unas toneladas de cerveza y lo que ves acojona. Cuando les entiendes.

Pone un poco los pelos de punta cuando cuentan que su abuelo les contaba que su padre era un esclavo. O cuando los que vienen del sur te dicen que ¡¡sus padres!! tenían que viajar en asientos para negros en los autobuses, o en los colegios, o en los hospitales.

Esta es otra de este país. Tanta libertad y tanta ostia, y hace 150 años tenían esclavos y en la mitad de los estados tuvieron un sistema de aparheid hasta los 60.


El lenguaje políticamente correcto

¿Cómo llamaríais negro a un negro? Sí, sí, parece fácil. Pero a ver que haces con 20 negros borrachos en casa.

Siempre me ha repateado el lenguaje políticamente correcto. Aquello de: "Los madrileños y las madrileñas queremos que nuestros niñas y niñas crezcan en un ambiente en el que se respete a los profesionales y las profesionales de los hospitales para que los enfermos y las enfermas...". Y así hasta el infinito.

Una noche se me ocurrió decir que los "african-americans..." El descojone fue general. En mi cara. "¡¡We are fucking black, man!! ¡¡Lock at my face!!". Nunca más. Una puta es una puta. Y un putero un putero.

Pero hay que reconocer que te descojonas con las bromas que hacen sobre el típico blanco-pijo-correcto al que le da miedo decir que un black es un black.

Mi plácida vida

Sin tener que trabajar y a pesar del puto homework, he sido más o menos feliz en esta ciudad. El tiempo libre ha transcurrido entre paseos en el parque (sí, sí, es un parque; aunque aquí lo tienen fácil: vallaron hace 100 años 10 o 20 mil hectáreas de bosque y hoy es el gran parque de la ciudad, en pleno centro)....




... de tiendas ( a los que les guste la música de verdad, en esta ciudad se mueren: hay decenas de tiendas con millones de vinilos de segunda mano con los que seguir la historia musical de las últimas décadas, desde las primeras ediciones del rock, soul, ska, blues, country...)....






... las frickadas de los asiáticos (no podían faltar)...





... las veladas de juegos de mesa...





... los picnics con mi colega Hassen y su amiga Barbara...





... o cualquier espectáculo callejero que te encuentres:




La noche

Un poco lo de siempre. Las copas las sirven de pena (montañas de pedacitos de hielo, como en el McDonalds), cierran a las 2 y la música sí es realmente buena. Cada club tiene su estilo y da gusto ir, pero bueno, mucho material para los snobs. Donde mejor se golfea es en nuestro país.

Una excepción es el Franckie, el Dirty Franky, un garito en centro donde se mezcla gente de todo tipo y muy interesante.





No hablar tampoco es la solución



Tanto hablar, tanto hablar... Por un momento pensé que igual menos hablar y más tontear era la fórmula de éxito.

No. A la semana de esforzarte para saber qué coño te estás diciendo, te agotas. Se espacian las citas y los encuentros...

Es como una nube de azúcar (o las espumas de Adriá): primero te llenan la boca de un sabor nuevo, luego se desvanecen y al final, si no vas con cuidado, igual te muerdes la lengua.

Pero bueno, al final semos amiguetes:

8/10/07

La guerra de los delfines




Este domingo vi una de las cosas más bonitas de mi vida. Estábamos andando por las playas de Cape May (New Jersey) y una manada de delfines se puso a jugar a 20 metros de la playa. Yo creo que también son un poco payasos, porque cuanta más gente había, más delfines jugaban y más tonterías hacían. Pero mirad el vídeo, que mola.

La excursión en sí fue una experiencia intensa, pero difícil de explicar. Y muy ilustrativa de cómo son esta gente. El personal de la salida era el siguiente:




A la izquierda, Monda, mi compañera de piso. Al centro, Carol, hija de suecos y un cielo de mujer. A la derecha, Michael, un tipo entrañable pero casado con una arpía, la de atrás a la derecha. Y por último, Ana, judía, otra arpía. Aquí ya andaban todos separados porque ya se habían peleado.

La cosa empezó mal. Monda es de una especie de club en el que se reunen los fines de semana para ir a caminar. Este domingo iban a Cape May, en la punta de una península en New Jersey. Yo quería ir para conocer el sitio, pero también gente y tal. Llegamos al meeting point y sólo éramos seis. La media de edad superaba los 60. Nada que decir, pero me esperaba otra cosa.

Pero luego mejoró. Este país tiene unos paisajes increíbles y sólo mirar por la ventana del coche
alucinas: bosques, granjas, ríos, lagos...





Llegamos a Cape May y empezamos a caminar. Los tíos serán mayorcetes, pero andan que se las pelan: 9 millas (casi 15 kilómetros). Y aquí empezó la fiesta.

La cosa va sobre el liderazgo, algo que les tiene fascinado. Vale que nuestras excursiones son un poco desastre: uno quiere aprovechar el día, el otro tiene resaca y quiere ir al bar, dos más quieren ir al bar pero para beber unas birras, el otro ya piensa en dónde comer... Pero bueno, al final se alcanza una especie de caótico término medio donde todo el mundo está más o menos a gusto.

Aquí no. Nombran a uno como el líder y éste decide todo lo que hay que hacer. Y punto. Pero luego están las arpías, que se pasan el día criticando: que si hace calor, que si la otra duna era mejor, que si...

Total, que las dos arpías se pasaron el día tocando los cojones hasta que Ana cometió un tremendo error: se separó del grupo diciendo que iba a estar en tal sitio en tal hora. Y no estaba.

Y Carol, que ya le tenía ganas, se la montó: que si había roto su palabra, que si le había dicho al líder y al grupo que iba a estar en un sitio y no estaba, que si esto suponía romper las normas, que tenía que disculparse en público... Daba un poco de vergüenza ajena: dos mujeres de 50 y pico años gritándose en medio de la playa.

Lo que me maravilló fue la reacción del resto. No me extraña que el presidente de este país se meta en una guerra cuando quiere recibir apoyos. El grupo tardó 0,5 segundos en ponerse de acuerdo que estábamos en crisis y que había que apoyar como una piña al líder. Y que Ana había roto las normas.

Os daré mi modesta opinión. Es verdad que Carol es un cielo y Ana una arpía. Y que ésta no estaba donde debía estar. Pero también es verdad que Ana estaba a 500 metros del punto de encuentro (yo la vi) y en la playa, el único camino que había que seguir y donde nos íbamos a encontrar de todos modos. Así que todo fue un poco payasada.

Y os diré otra cosa: porque estoy aquí y soy nuevo, porque sino iba a ir a estas excursiones su padre. Tanto líder y tanta ostia. A ver si uno no puede hacer lo que quiera. Joder, que hasta me tenía que esconder para fumar porque se supone que no se puede durante las caminatas.

Total, que viendo el mal rollo, y jugándome una bronca, me dediqué a ver la playa a mi bola. Resulta que estamos en plena ola de calor y que, a principios de octubre, todo Dios se bañaba.





Y algunos pescaban...





... y sacaban una especie de rodaballos que eran un primor.





Pero aquí es moda ahora devolver todo lo que se pesca al agua. Yo creo que está bien el medio ambiente y eso, pero lo primero es lo primero. Y comer es sagrado. Tenían una pinta...

La otra cosa que me moló fue ver las mariposas monarca.




Dicen que nacen en México y en verano emigran a Canadá (o al revés, ahora no me acuerdo). Las pobres criaturas están ahora de regreso a México para pasar el invierno. ¿Os imagináis un bicho como este volando 5.000 kilómetros? Yo me lo tomé a coña, pero luego me acordé que algún día, durante alguna siesta, vi un documental de La 2 que lo contaba. Así que no sé.

6/10/07

El gran Bruce




Al Bruce Springsteen le pasa lo que a mí: envejece, pero cuando se desata es el puto rey. Cuando salió al escenario me quedé pasmado. Vaya pinta. ¡Abuelo!, grité.

Claro, que luego recordé que cuando hizo el concierto de Amnistía Internacional en Barcelona yo debía tener 17 o 18 años y él ya era todo un señor. Pero luego se empezó a soltar y no veas la que montó. ¡Qué grande! Aquí tenéis uno de los clímax, con Born to Run (no sé por qué no sale la imagen, pero darle al vídeo que se ve).






La cosa fue de casualidad. Fui a cobrar el dinero del concierto de The Cure y resulta que Bruce tocaba en Philadelphia ayer y hoy. Estaba todo vendido, pero esta vez la suerte me sonrió: justo entro en las taquillas y salen a la venta 200 entradas devueltas. Al vuelo me hago con dos.

Es lo que mola de estas cosas: te levantas agobiado porque no has hecho los deberes y acabas en el concierto de Bruce.

Invité a Hassen, la artista que conocí la primera semana. Ha sido muy maja y se ha portado bien conmigo, invitándome a picnics y tal. Y, más importante, es de mi quinta. Kyo tenía plan y me daba bastante corte llevarla: vale que yo casi pueda ser el padre de la criatura, pero es que Bruce podría ser su abuelo!!

Aquí estamos en los momentos previos al concierto.






No es coña que al Bruce le pasa lo que a mí: se le olvidan cosas (como tocar The River) y es un poco cabezón (no le dio la gana de tocar Streets of Philadelphia aunque se la pidió todo Dios).

Pero bueno, fue un gran concierto. Este era el ambiente al final, mi enfado incluido.





Para los que os gusta Bruce aquí os dejo otros grandes momento: Badlands y My hometown.