16/10/07

El Che y otras batallitas (1)




Sí, ya sé que he hecho lo peor, lo que nunca se debe hacer. Dejar a un público fiel, entusiasta y ansioso sin su dosis matinal de blog durante ocho días. Lo siento. No tengo excusas. Ni siquiera ha sido por amor. Ha sido por el puto homework!!!!!

No, la verdad. Es que he ido muy, muy liado. Y llega un momento que se te amontonan las cosas y ya no sabes ya ni qué escribir. Total, que he decidido hacer una entrega resumen en tres capítulos (días) de mis vivencias en la última semana hasta que, el próximo viernes, emprenda mi particular conquista de la América profunda. Armado con mi cámara y a bordo de un coche alquilado, me dirigiré al sur para intentar comprender algo más de este incalificable país.

El editorial del Che

Hasta aquí han llegado los ecos de la tormenta del editorial del Che. Voy a intentar ser breve. El Che nunca me ha entusiasmado. Pongo a mi madre como testigo que nunca colgué un poster suyo en mi habitación. Un tío que pudiendo vivir en el Caribe como un señor se va a Bolivia a pegar tiros y dormir en el monte, muy bien no puede estar.

Pero bueno, de aquí a morder la mano que te da de comer hay un buen trecho. ¿Acaso llaman pijas a sus clientas las dependientas de Armani? ¿O snobs a sus comensales los camareros de Ferrán Adriá?

¿¡A qué viene llamar tontos, románticos y terroristas a los lectores de El País!? ¡¡En el editorial!! ¿¡Quién es el responsable!? ¡¡Joder, que tengo una hipoteca que pagar!!

Philadelphia, la ciudad-nocilla




Esta es la ciudad que me ha acogido durante los últimos 50 días de mi vida. Después de Barcelona, Castell, Madrid y Limerick (Irlanda), creo que es el lugar del planeta donde más noches he dormido en mi vida.

Le pasa lo que a la nocilla que merendábamos de pequeños: tiene una parte blanca y otra negra que no se mezclan. Me levanto por la mañana y me subo al metro: todos negros. Llego a la universidad: todos blancos. Voy a la cafetería: los blancos consumen, los negros sirven.

Mi universidad debe ser muy cara, pero los únicos negros estudiantes que ves son las estrellas de los equipos deportivos. Pero esos sí que triunfan de verdad. Debe ser la erótica del gladiador.
Sigo. Voy al downtown. En la calle: todos negros. En los bares de copas: todos blancos.

Es que se ve hasta urbanísticamente. En el centro-centro, vive poca gente. En estudios a un millón de euros los 40 metros. Todos blancos.

Luego está la zona histórica, las callejuelas que aquí dicen que son las calles habitadas más antiguas de todo el país.




Todos blancos. Luego hay una corona alrededor del centro. Todos negros. Aquí es donde se producen el 80% de los tiroteos y homicidios. Cada día, en metro, paso sobre ellas. El vídeo que grabé, jugándome la vida, ahora no le da la gana de salir. Pero ya habéis visto mil veces la imagen: basura en las calles, casas medio en ruinas, cascotes, humo saliendo de las alcantarillas...


Luego hay una segunda corona de barrios en la que las casas son preciosas, con mucho césped, zonas deportivas... Algunos tienen hasta embarcadero y casi todos la banderita.




Todos blancos. Pregunta: ¿Por qué en una ciudad tan cafre como esta ninguna casita pija tiene ni siquiera una valla? Es que puedes entrar hasta el porche sin ningún problema...

El tema tiene difícil solución. Más que nada porque da la sensación que nadie se lo ha planteado. O que si alguien lo ha hecho, casi peor.


Merienda de negros

No sé de donde salió esta expresión, pero podría haber surgido perfectamente del salón de mi casa un viernes o sábado por la noche. Están los negros de Philadelphia, descendientes de las plantaciones. Luego están los del Caribe, también descendientes de esclavos pero parece ser que mucho más rebeldes y agresivos con los blancos. Y luego están los negros de África, orgullosos de no haber sido nunca esclavizados.

A los indios les sienta mal el alcohol No sé que les pasa en el hígado que dos copas les tumban. A los negros es al revés. Dos copas les ponen a 100. Juntas a 20 negros, cada uno de su padre y de su madre, y unas toneladas de cerveza y lo que ves acojona. Cuando les entiendes.

Pone un poco los pelos de punta cuando cuentan que su abuelo les contaba que su padre era un esclavo. O cuando los que vienen del sur te dicen que ¡¡sus padres!! tenían que viajar en asientos para negros en los autobuses, o en los colegios, o en los hospitales.

Esta es otra de este país. Tanta libertad y tanta ostia, y hace 150 años tenían esclavos y en la mitad de los estados tuvieron un sistema de aparheid hasta los 60.


El lenguaje políticamente correcto

¿Cómo llamaríais negro a un negro? Sí, sí, parece fácil. Pero a ver que haces con 20 negros borrachos en casa.

Siempre me ha repateado el lenguaje políticamente correcto. Aquello de: "Los madrileños y las madrileñas queremos que nuestros niñas y niñas crezcan en un ambiente en el que se respete a los profesionales y las profesionales de los hospitales para que los enfermos y las enfermas...". Y así hasta el infinito.

Una noche se me ocurrió decir que los "african-americans..." El descojone fue general. En mi cara. "¡¡We are fucking black, man!! ¡¡Lock at my face!!". Nunca más. Una puta es una puta. Y un putero un putero.

Pero hay que reconocer que te descojonas con las bromas que hacen sobre el típico blanco-pijo-correcto al que le da miedo decir que un black es un black.

Mi plácida vida

Sin tener que trabajar y a pesar del puto homework, he sido más o menos feliz en esta ciudad. El tiempo libre ha transcurrido entre paseos en el parque (sí, sí, es un parque; aunque aquí lo tienen fácil: vallaron hace 100 años 10 o 20 mil hectáreas de bosque y hoy es el gran parque de la ciudad, en pleno centro)....




... de tiendas ( a los que les guste la música de verdad, en esta ciudad se mueren: hay decenas de tiendas con millones de vinilos de segunda mano con los que seguir la historia musical de las últimas décadas, desde las primeras ediciones del rock, soul, ska, blues, country...)....






... las frickadas de los asiáticos (no podían faltar)...





... las veladas de juegos de mesa...





... los picnics con mi colega Hassen y su amiga Barbara...





... o cualquier espectáculo callejero que te encuentres:




La noche

Un poco lo de siempre. Las copas las sirven de pena (montañas de pedacitos de hielo, como en el McDonalds), cierran a las 2 y la música sí es realmente buena. Cada club tiene su estilo y da gusto ir, pero bueno, mucho material para los snobs. Donde mejor se golfea es en nuestro país.

Una excepción es el Franckie, el Dirty Franky, un garito en centro donde se mezcla gente de todo tipo y muy interesante.





No hablar tampoco es la solución



Tanto hablar, tanto hablar... Por un momento pensé que igual menos hablar y más tontear era la fórmula de éxito.

No. A la semana de esforzarte para saber qué coño te estás diciendo, te agotas. Se espacian las citas y los encuentros...

Es como una nube de azúcar (o las espumas de Adriá): primero te llenan la boca de un sabor nuevo, luego se desvanecen y al final, si no vas con cuidado, igual te muerdes la lengua.

Pero bueno, al final semos amiguetes: